De repente un día abres los ojos y te das cuenta de lo
rápido que ha pasado todo. De que ya no llegas tarde a clase de lengua y Bea
Arenal te echa la bronca de tu vida. De que no te encuentras a Manel por los
pasillos y te guiña un ojo. Empiezas a echar de menos que Iván te ponga música
en los exámenes de matemáticas y no haya quien se concentre. O a Paco y sus
interminables exámenes, a Paco y Chencho, a Paco y su guitarra, a Paco y su
manera de alegrarte el día. Tampoco me creo que no os acordéis de Mª Luisa
hablándonos de su pueblo y contándonos sus batallitas y no os salga una pequeña
sonrisa. ¿Y qué hay de la Directora y sus explicaciones de educación sexual con
vídeos tremendamente raros? ¿De verdad podéis seguir levantándoos cada mañana sin
echar de menos la sonrisa de Madre Pura? Madre Eugenia que te ve en la Iglesia
y te sonríe. Y la sonríes. Porque te ha visto crecer, porque te conoce desde
que con 6 años te obligaba a comerte todo el puré que había en el plato en el
comedor mientras te decía: “verás tú, verás tú”, hasta que de repente un día
crecías, estabas en la E.S.O, y ella estaba en la portería de arriba para
desearte una buena tarde. Como olvidar a Madre Alicia y su mala leche. O a
Madre María del Amor haciendo ganchillo en 6º de Primaria cuando nos cuidaba el
Estudio. Mataría por volver a pasarme clases de Gimnasia tirada en las
colchonetas sin hacer nada, por volver a recorrerme medio colegio haciendo recados, por volver a correr por esos pasillos, o por ir en cada cambio a escondidas a
la máquina de la cafetería. Definitivamente creo que sí, que hay etapas que quemamos demasiado rápido, como quien quema papel de fumar. Y de repente un día te despiertas y te das cuenta de que todo lo que has vivido entre cuatro paredes de un colegio rodeada de unas 45 personas que te han marcado la vida, ya ha acabado. De que ya no estás allí, y de que no vas a volver. Un día abres los ojos y no te lo crees. No creo que consiga dejar de llorar jamás cada vez que lea la carta de Mª Luisa o vea el vídeo de las Bandas. EU PROMETO.
Vistas de página en total
domingo, 23 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
Nada. O quizá todo.
En menos de 7 días, crearon nuestra vida, nuestro
mundo; y en menos de 7 segundos, yo
destrocé el mío. A ti. Destrocé cada una de tus formas de mirarme. Destrocé
cada momento de los dos. Destrocé cada sonrisa nuestra. Destrocé la magia de
cada anochecer odiándote por no aparecer debajo de mi ventana. Destrocé cada
palabra despreciable hacia ti. Destrocé cada incertidumbre de todos estos
meses. Pam. Y se acabó. No quiero eso nunca más. No quiero tus ojos en mi
espalda. No quiero los pedazos de tu risa. No quiero no entender tus palabras.
No quiero tu manera de hacerte de rogar. No me sirve. Dejemos de hablar de
lógica en esta vida cuando lo que intentamos va contra todo principio de eso
mismo. Deja de mentirme con respecto a lo obvio, porque soy ingenua, sí, pero
nunca he sido tonta. Así que como último favor sólo te voy a pedir que seas
capaz de marcharte de aquí en menos de 7 segundos, justo el tiempo que tardé yo
en destrozarlo todo. Y te suplico que no hagas ruido al cerrar la puerta. Jamás
me perdonaría saber que te he dejado marchar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)