Vistas de página en total

miércoles, 26 de junio de 2013

Querer conseguir algo, supone ir a por ello.

Si algo he aprendido en los últimos años es que lo único que se necesita para llegar a tus metas son ganas. Todo lo que he conseguido en mi vida es porque anteriormente alguien me lo ha prohibido. Algo o alguien siempre se va a interponer en tu camino. En el mismo instante en el que tú te permites dejar de pensar en tu objetivo un momento, hay alguien que ya está trabajando en él para conseguirlo. Para ganarte. Para superarte. Para que tú no seas capaz de llegar a él. Algunos lo verán. Otros no. Y vas a tener que vivir con eso. No esperes que nadie comprenda tu trabajo, tu esfuerzo, tu manera de actuar, tu aguante, tu ayuda. Y muchísimo menos que te lo agradezcan. Aprende a hacer las cosas por y para ti, porque siempre va a existir alguien dispuesto a estar por encima. Por eso si realmente quieres algo de verdad, vas a dar todo por y para ello sin tener en cuenta al resto del mundo. Y sino, a lo mejor es que no lo deseabas tanto como pensabas. A lo mejor te estás equivocando de objetivo. A lo mejor no lo tienes tan claro como creías. Piensa, reacciona, actúa. El cuándo es ahora. Ahora es el mejor momento para empezar a hacer lo que sientes que tienes que hacer. Porque sí, dedícate a lo que sientes, no a lo que quieres o te gusta. Ahora es el mejor momento para hacer lo que realmente te apetezca. Persigue tu objetivo. No dejes pasar el tiempo. Se agota, y la vida no espera.

sábado, 8 de junio de 2013

Querer de puntillas.

Todo pasa, nada espera. Y quien espera, desespera. El mundo gira. Cada uno barre para la casa del vecino, mientras en la suya no entre mierda. A mí llamadme rara, pero es que me hacen promesas y luego no las cumplen. Que el problema nunca ha sido, es, ni será la decepción. El problema es que no te la esperas. 1000 preguntas sin respuesta. Y cuántas más buscas, menos obtienes. Preguntas, contestan, no te escuchas ni a ti misma. Porque pides las respuestas que ya sabes que no quieres. El daño forma parte de cualquier ilusión, y créeme cuando te digo que no importa dónde pongas el pie cuando tu mundo se está desmoronando, porque no va a parar de hacerlo. Como la primavera, llegas cuando estás a punto de irte y ya lo daba todo por perdido. Otra vez tragando miedos por no enseñarlos. Otra vez tragando valentía para mostrar cobardía. Otra vez huyendo. Otra vez convirtiéndome en esa cruz que solo resta. Vértigo. Miedos, dudas, escondidas bajo una mota de polvo. Y si tú no sabes responder, yo menos. La manera de esperar a que alguien se vaya para saber si te importa de verdad, suele funcionar. Pero también suele ser tarde, y a mí no me sirve. Tú no sabes avanzar sin golpearte. Y yo estoy cansada de tanto sube y baja, tanta marea y tanta resaca. Otra vez. Como cuando te fuiste para no volver, pero volviste. ¿Y ahora te vuelves a ir? En principio esto es un final, ¿vas a dejar que al final esto sea otro principio?