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martes, 4 de septiembre de 2012

Nada. O quizá todo.


En menos de 7 días, crearon nuestra vida, nuestro mundo;  y en menos de 7 segundos, yo destrocé el mío. A ti. Destrocé cada una de tus formas de mirarme. Destrocé cada momento de los dos. Destrocé cada sonrisa nuestra. Destrocé la magia de cada anochecer odiándote por no aparecer debajo de mi ventana. Destrocé cada palabra despreciable hacia ti. Destrocé cada incertidumbre de todos estos meses. Pam. Y se acabó. No quiero eso nunca más. No quiero tus ojos en mi espalda. No quiero los pedazos de tu risa. No quiero no entender tus palabras. No quiero tu manera de hacerte de rogar. No me sirve. Dejemos de hablar de lógica en esta vida cuando lo que intentamos va contra todo principio de eso mismo. Deja de mentirme con respecto a lo obvio, porque soy ingenua, sí, pero nunca he sido tonta. Así que como último favor sólo te voy a pedir que seas capaz de marcharte de aquí en menos de 7 segundos, justo el tiempo que tardé yo en destrozarlo todo. Y te suplico que no hagas ruido al cerrar la puerta. Jamás me perdonaría saber que te he dejado marchar. 

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