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jueves, 22 de noviembre de 2012

No sé salir de aquí.


Circularidad constante. Querer a alguien no es suficiente. ¿Cuál es la opción correcta cuando alguien no se merece que le quieras pero lo sigues haciendo? Supongo que acabas queriendo en silencio, o no tan en silencio, pero… sin demostrar. Sí, eso es, dejas de demostrar, de dar. Y no porque esa persona no te quiera, o porque tú hayas dejado de querer. Pero no es de la misma forma. Y si alguien se va, y cuando regresa nada es como al principio, quizá no exista nada a lo que volver. Y el problema es justo ese, que ya no existe nada. Pero existió, y te quedas a vivir ahí. Quieres, y a la vez odias por no poder volver a lo de antes. Y precisamente por eso duele. Quieres, pero su actitud no es la de siempre. Ha dejado de ser quien era. Habéis dejado de ser quienes érais. En el momento en el que decidimos ser dos en una, y una en dos. En el momento en el que decidimos nuestras ilusiones. Como el momento en el que indirectamente dijimos ‘adiós’. Y lo sabíamos. Y no paramos de decirlo. Y ahora yo vivo en ese pasado porque es nuestro presente más cercano, y sobre todo, porque ya no hay presente que nos una. Y la cuestión sigue siendo querer volver a un pasado imposible de recuperar. Y volver e imposible no son palabras compatibles. No puedo volver al pasado que quiero, y no quiero vivir en el único presente que puedo. Así que vivo en el presente que no quiero, con cabeza y corazón en el único pasado que merece la pena. Porque de lo único que estoy segura es de que ese pasado sí mereció la pena. Ahora no es así… Nunca sabré si hice lo correcto o no.

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