Vistas de página en total

lunes, 25 de junio de 2012

El motivo de este texto es suplicarte que desaparezcas.

Nunca nadie me ha dicho que deje de hablar de cosas bonitas. Pero tú un día mencionaste que no te emocionaba especialmente. Y yo, he dejado de hacerlo. Es verdad. Ya no escribo sobre todo eso, ahora escribo diferente, y quizás tengas tú la culpa. Pero jamás dejarás de inspirarme, y no creo que consigas que el color de mis mejillas vuelva a ser el mismo. Es todo muy bonito, y cada noche sigo acordándome de la forma que tenía la luna aquel día, pero aún así no quiero que vuelvas a pronunciar mi nombre de esa manera. No me gusta. Nunca me ha gustado. Es totalmente contrario a mí, y aún así, te lo permitía. Bien, se acabó. No escribo esto para decirte de nuevo que no hay un color de ojos más bonito que el tuyo, que ya lo sabes, si no para explicarte que también los he visto más profundos. Que me empieza a dar igual como salgas de la ducha. Que no quiero más buenos días de tu parte, que no hace falta que sigas suplicándome, y que ya puedes dejar de ponerte ese bañador que tan bien te sienta y tanto me gusta. Que no quiero que vuelvas. Pero sólo porque yo tampoco voy a hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario