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lunes, 4 de junio de 2012

Yo no tengo la culpa de lo bonitas que son tus comisuras cuando se estiran.


Sonrisa punto cero. Y empezamos. No, miento, ni siquiera había empezado cuando ya se me estaba quedando pequeño el cielo. Sonrisa punto uno. Y me estaba volviendo loca. No, miento, ya me había vuelto hace un rato. Sonrisa punto tres. Locura. ¿Locura? Ya ni recordaba lo que era eso. Sonrisa punto cuatro. Corto pero intenso, mucho, muchísimo. Es que en tu sonrisa se pueden escribir historias, se puede recordar, se pueden provocar sueños. Tu sonrisa era la esencia de ti mismo, mostraba esa fragilidad tan tuya, tu necesidad de fuerza. En tu sonrisa se revelan tus pequeños ojos. Como aquellos que te han visto sonreír, mirar, cantar, hablar, bailar, dormir. En tu sonrisa se sigue descubriendo esa mirada de niño que continúas teniendo. En tu sonrisa se encuentra aquella locura que me hizo perder el control. En tu sonrisa, se construye este texto. 

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